Modelo de trabajo

Psicología del desarrollo y neurociencia

“Con hilos de lana biológicos, afectivos, psicológicos y sociales, nos pasamos la vida tejiéndonos a nosotros mismos/as”.

Boris Cyrulnik

Desde el campo de la psicología del desarrollo y las neurociencias, se han investigado varios aspectos que se consideran relevantes para comprender la infancia y la adolescencia. Estas investigaciones aportan un marco de referencia, tanto en los procesos como en los indicadores clínicos, que ha servido para elaborar nuestras propuestas de intervención educativa y terapéutica.

El cerebro es un órgano de adaptación que desarrolla sus estructuras mediante la interacción con otros cerebros (Siegel, 2015). La maduración del sistema nervioso, genéticamente programada, es moldeada por la experiencia, especialmente por la experiencia interpersonal.

Por ello, se sitúa a la familia como el campo central del trabajo y, a través de las modalidades de intervención, se busca potenciar los recursos relacionales y educar en el aprendizaje de patrones de interacción emocionalmente saludables, teniendo en cuenta estos aspectos:

  • – La familia cumple la función de asegurar la supervivencia del niño/a y su crecimiento y desarrollo, para facilitarle después la salida del núcleo primario estructurando nuevos vínculos.
  • La familia es el espacio donde los niños y niñas tienen sus primeras experiencias de interacción. Las personas cuidadoras facilitan y guían el desarrollo del niño/a mientras éste/a crece y alcanza su autonomía. El niño/a también modela, en gran medida, la acción de las personas adultas.
  • Las personas cuidadoras regulan los estados psicobiológicos presentes en el/la niño/a cuando lo/la atienden y activan el crecimiento del cerebro con la disponibilidad emocional y las interacciones recíprocas. El desarrollo del cerebro es un proceso dinámico que se reorganiza constantemente a lo largo de todo el ciclo vital.
  • Los sistemas de apego, predicción y comunicación son las tres funciones del cerebro social. El cerebro se va formando dentro de un sistema de interconexiones que incluye al niño/a, las personas cuidadoras y la comunidad social más amplia.